viernes, 18 de junio de 2010

Esta misma noche...

Esta misma noche podría morir, ¿quién puede negarlo?
Cerrar los ojos y no volver a despertar ya nunca más.
Suspirar con añoranza para no volver a tomar aire.
Escuchar el último latido de mi corazón, y conocer el silencio al fin.
Esta misma noche podría morir, ¿quién puede evitarlo?
Abandonado por aquellos que un día creí que me amaron.
Olvidado por todo aquél que un día supo cuál era mi nombre.
Añorado tan solo por la soledad, la única que un día decidió acompañarme.
Esta misma noche podría morir, ¿quién llorará por mi?
Recordando aquellos momentos que parecieron esbozos de felicidad.
Maldiciendo la memoria que por poco tiempo a ellos me transporta.
Perdiendo toda confianza en el futuro, por ignorar cuántas tragedias me depara.
Esta misma noche podría morir, ¿quién me dedicará un pensamiento?
Confuso por el pobre legado que solo de tinta y amargura está compuesto.
Intruso en un tiempo que apenas soy consciente de estar viviendo.
Difuso el camino recorrido, mis huellas pesan tan poco que las ha arrastrado el viento.
Esta misma noche podría morir, ¿quién querría verme vivo?
Esperar el final con paciencia es lo único que creo haber comprendido.
Mirar hacia atrás es el castigo impuesto por todo aquello que se ha perdido.
Intentar no caer en la locura será la meta del último hombre sobre la tierra.
Esta misma noche podría morir, ¿quién leerá lo que haya escrito?
Porque la oscuridad se cierne y apenas puedo imaginar como será.
Porque la realidad me entiende, al ser esta la única que ahora permanece.
Porque la esperanza es finita, y acaba cuando el último sueño se desprende.

Esta misma noche podría estar muerto; pero quizás mañana me despierte para escribir un soneto.

jueves, 3 de junio de 2010

... ¿hoy?, seré teatro

 Nerviosos en  la penumbra, somos cirujanos que se mentalizan entre bastidores,
 total oscuridad que envuelve una sala abarrotada, cuchicheos entre los espectadores,
 los focos centran la atención sobre una plataforma que te hará entrar donde nos apetezca,
 ya sea un dormitorio, una terraza, o cualquier otro lugar; quizás de noche, o al despunte del alba.

Un mal gesto, una mueca, lo corriente y deprorable convertido en arte,
dame pie, apuntador subordinado al director, yo daré tono a esas líneas del guión,
improvisando ante la duda del secundario, agradecido cuando así sale del paso,
donde una sosa cortina es dueña de este tablado, por llamarse ella telón sobre el escenario.

Lágrimas fingidas que nadie se atreverá jamás a criticar o menospreciar,
risas desbordantes que llegarán más allá de la última fila de este patio de butacas,
saludo cortés al respetable tras unos aplausos que siempre llenan y a los que jamás me voy a acostumbrar,
aunque siempre lleguen cuando ya has vuelto a ser tú, triste rol mediocre y más que habitual.

La antigüedad descubrió la empatía que escondía una buena narración,
fingiendo el sentimiento que acaba provocando, en quien lo contempla, una ovación,
sería inútil negar el valor que tiene ser partícipe de esto, y olvidarlo, nada fácil,
la magia de un escenario está en la reacción que los filósofos llamaron "catársis".

"Mucha mierda", "Fuera ese pañuelo amarillo" y "Rómpete una pierna",
 deja fuera tu vergüenza, tu personalidad, y adquiere una nueva, ¡la que quieras!,
y disculpa que me vaya, pero tengo ropa y maquillaje esperando en el vestuario,
mañana seré el mismo del que ya estoy harto; ¿hoy?,seré teatro.
 
Creative Commons License
Aullidos de Tinta is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 3.0 España License.