¿Cuánto me queda para ser poeta?,
para que me hable la lluvia en acertijos,
y acaricie una palabra mia la verdad,
¿cómo hacer de la vida un llanto?,
un llanto y un rimar.
Toca el agua la canción de los que sufren,
llora, llora por no oírlos más gritar,
que tienen miedo de aquél futuro,
el futuro que los ha olvidado ya.
Y se ríen tantos, a dos carrillos, hasta vomitar,
hartos, como estoy yo de ellos mismos,
muerto como está el huerto de su pobre honestidad,
y frío, como ese corazón que no les late más.
Miéntele a quien pregunte hoy por mí,
dile que no hablo, pues escribo, ya por fin,
cuéntale cómo suena ese verso tan amargo,
amargo, como el veneno que destila el porvenir.