sábado, 15 de diciembre de 2012

... un momento donde existir

¡A por Ayer!, que se obligue él también a verlo,
que por todos, también por el pasado, pasa el tiempo,
arrancando la costra seca de los errores sin remedio, 
¡aunque sangren!, que a las heridas debe darles bien el viento.

Cualquiera conoce lo amarga que sabe la historia jamás olvidada,
esa que ya está en blanco y negro, los colores propios de las palabras,
la que provoca insomnio, la que en sueños solo podría ser pesadilla,
¡cómo si no lo supieras!, cada uno con la nuestra, y para todos la misma.

!Pues a por Hoy!, irónico obsequio, que con saña llamamos Presente,
lo vivido y todavía por vivir, el Ahora que marchita cada instante,
que tanto estira un segundo, que tan cortos hace cada uno de los meses,
pasando por cada tiempo del verbo, la mayor futilidad, la más humillante.

Sabes bien de lo que hablo, y ahora, diría mejor, de lo que hablé,
el "mañana" de la pasada madrugada, el "antes" del rato de después,
un beso, un parpadeo, un relámpago, así de breve puede llegarme a ser,
así se acaban, así de rápido pasa el "soy" a ser un "fui", muy fácil de perder.

¿Y el Mañana?,mira que con este de verdad hay que atreverse,
como una baraja sin abrir, como dos soldados antes de enfrentarse,
así yo lo imagino, tan suculento, tan nuevo, algo que no teme acercarse,
 el Mañana nunca pinta gris, ese solo es el color del no saber qué va a venir,
del cincel de las promesas, de papel, deseando ser un poema que escribir,
del genio de los deseos.

¿Cómo no iba a tener el Futuro todos los colores del tiempo que, aun, no se ha dejado
ser un momento donde existir?

domingo, 12 de febrero de 2012

... se las puede sepultar

Por el precio de escuchar su nombre te contaré nuestra historia,
breve pero intensa, llena de segundos intentos y primeras veces,
repleta de malos sueños, de deseos, de miedo a desvanecerse,
y si pagas pronto dejaré que preguntes donde está ella ahora.

Pues bien, comienza como suelen comenzar la peores crónicas,
con una guerra, con bombas y lamentos, con la muerte siempre de por medio,
y periódicos sin voz, llenos de palabras cómplices, de voces tibias,
que ya sabes tú por qué, eso que dicen de que el miedo las enfría.

Lo peor llegó cuando la mayoría ya nos habíamos ido, bendito desperdicio,
pues cuando no hubo letras, ni canciones, y las calles dejaron de ser de nadie,
algunos vociferaron a uno o dos mares de distancia, pero solo les escuhó el hambre,
y aun hoy piensas que escapamos, pero éramos nosotros los que llorábamos el sacrificio.

Sus nombres todavía se recuerdan, a pesar de lo profundo que se los tragó la tierra,
pero, ¿y los nuestros?, nunca figuraron en los libros, y ya estaban ocupadas todas las tumbas,
las cunetas rebosaban, y casi no quedaban ganas de volver a maquillarlas de alquitrán.

¿Me preguntas dónde está?, claro, prometí hablarte de eso al acabar,
la verdad, no lo recuerdo, no siempre se permite a la memoria hacer presencia,
supongo que seguirá en aquella fosa, como todas, como todas las demás,
si es que acaso a las tragedias se las puede sepultar.

sábado, 14 de enero de 2012

... palabra que aún no existe

Ahora que me faltas caigo en la cuenta de cuánto te necesito,
ahora que te vuelves imprescindible para acabar estos versos,
y es que no comprendes cómo me duele que estés tan lejos,
que no te me aparezcas de repente, que no estés en lo que llevo escrito.

Hay veces en que imagino tu sonido, veces en que creo que ya te había oído,
pero son vagas ilusiones en raros momentos de inspiración,
cuando la tinta tiene vida propia para elegir ser o no una canción,
y pienso en cuánto tiempo queda para topar contigo en un descuido.

Siento de veras que mi impaciencia te haga parecer tan desalmada,
no, si la culpa es mia, pues siempre precipito mi atención,
al decir que necesito que tú estés; de verdad, qué prisas tan malas.

Así que prometo relajarme, enserio, no es nigún chiste,
y desearte como hasta ahora, como hasta siempre, ¿por qué no?,
a tí, que de elegante etimología te vistes, a tí, dulce palabra que aún no existe.
 
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