lunes, 3 de mayo de 2010

... más allá de Abraham II

Unos atraviesan esta vez un minado desierto,
otros lanzan su grito de guerra impuesto,
paredón de fusilamiento el último muro de su templo,
y los demás nutren con metal ese mes sin alimento.

Todo esto lo ha provocado el desliz de la religión,
¿acaso el paraíso sea en realidad nuestra perdición?,
fuerzas contrarias son el alma y el cañón,
estamos tan lejos de la paz como ellos de la salvación.

Con profetas que ya subieron sus montañas,
calor de siete brazos y sus llamas extrañas,
nuevos fuegos que iluminan rojas mañanas,
cuerpos sin vida y asfaltos de entrañas.

Pero no de antaño se les remite su destino,
no siempre tuvieron que ser vecinos,
fue la decisión de unos hombres su desatino,
un remedio que acabará siendo peor que la enfermedad del nazismo.

Creyeron entregar la tierra a sus herederos,
dejando a otros en fétidos estercoleros,
guiando a su nación como en galera a los remeros,
lo que debían ser fronteras ahora son frentes abiertos.

Reivindican su derecho a llamarse país,
terroristas amenazan esperando un desliz,
¿juzgarlos por sus actos?, es solo un matiz,
¡intento convenceros!, ¿porqué no os rendís?

Las noticias cada día de la barbarie hacen eco,
con nuestra indiferencia solo les creamos un cerco,
lejos del dolor y del miedo nos hacemos los ciegos,
somos todos la causa de que persista ese terrenal averno.

Dos torres cayeron en tierra de gigantes,
solo fue injusto para los que van en tirantes,
los dioses existen y enseñan los dientes,
barras y estrellas, bandera de mentes inertes.

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