lunes, 29 de marzo de 2010

... no duermas conmigo

¿Acaso le dí yo a mi almohada el privilegio de poder escucharme?,
no me acojen las mantas impregnadas con el olor del que quiero olvidarme,
 y el colchón repele ahora todos aquellos sueños que ella un día me evocó,
mentiría si dijese que ese hueco no es el mismo que quedó en mi corazón.

La oscuridad viene acompañada de una soledad que yo no conocía,
y es por ello que la evito, pasando la noche en vela, para así dormir durante el día,
concilio el sueño releyendo lo poco que le escribí, escribiendo lo que no le podré decir,
y llegará el momento en que la tinta traspase el papel y me abandone también a mi.

Sé que parece patético que mi sueño se perturbe por los avatares de un corto amor,
pero mi vida no conoce todavía mayores penurias, nada que me provoque más temor,
aquellos días conocí lo que identifico con la máxima despreocupación,
¿quién iba a decirme que se acabarían con la cadena de la decepción?

La amo, no ahora más, sino que lo hago desde el impotente recuerdo,
y maldigo el momento en que dudé de la intensidad de nuestro esfuerzo,
solo se me descubrió la verdadera cara de lo que todo humano anhela,
su realidad, sus sueños; solo un camino equivocado fui, o eso debió de pensar ella.

"Así que cuando te montes en mis imposibles y aberrantes pesadillas,
las únicas que todavía me pertenecen, por ser yo un pozo de oscuras maravillas,
te hablaré en susurros, gritando en voz baja que no merezco ser tu amigo,
que es algo absurdo, excusa mediocre para aceptar que ya no duermas conmigo"

sábado, 20 de marzo de 2010

Sábado al medio día

      ¡Qué prescindible es dormir! No me gusta que mi cuerpo lo necesite, prefiero perder el tiempo de otras formas. ¿Y los sueños? Ya no hay nada que los alimente, así que se han marchado, buscando a alguien con las ilusiones que les permitan visitarle cada noche.
      Ahora estoy descubriendo los placeres más oscuros, introduciéndome en los vicios a los que nadie desearía someterse. No me ayudan, solo a ser más consciente del daño que me hacen. El daño que me hago. Meses pasarán antes de que mi cuerpo ponga fin al partido, pero al menos tengo la certeza de que ese final está por llegar. Despierto sabiendo que debería seguir durmiendo, pero ya no cierro los ojos, mis párpados se niegan a dejarme salir de la realidad de vez en cuando. ¡Qué prescindible es querer dormir cuando ni siquiera desearías ser despertado!
      Pero no he perdido la esperanza, o tal vez es que ahora poseo mucha más paciencia. No desespero ante la idea de tener que crearme nuevas ilusiones, lo cierto es que deseo poder empezar algo nuevo; tan solo espero no tener que arrepentirme si un día me marcho y ya no vuelvo.
      Esta vez tendré que ser más directo, si es que entonces no lo fui; y más frío, si es que aquellos días me volví muy blando. Esta vez tendrán al ser humano, a la persona necesitarán descubrirla, así espero que se acostumbren a la rutina y la mediocridad; mejor sería que no esperasen nada de mí, así quizás algún día yo pueda darles una sorpresa.
      - ¿Sabes una cosa? La verdad es que me gustas.
      - Pues espero que te encante el estiércol, porque lo primero que vas a compartir conmigo será la bolsa que arrastro con mi mierda; la mochila en la que cargo todos mis defectos.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Miércoles por la noche

          Son las once y media de la noche del Miércoles, y acabo de despertarme. He adoptado la costumbre de dormir durante el día, no para estudiar toda la noche, sino porque la luz del Sol ayuda a espantar las pesadillas.
         Ya han pasado casi tres meses, la verdad se ha hecho algo más llevadera, es cierto, pero los terrores nocturnos no han dejado sitio todavía a ningun sueño nuevo. Tres chicas han pasado por mi cama desde entonces, tres maravillosas personas sin duda; pero para mi siguen siendo solo gente. ¿Por qué soy tan injusto con aquellos que se prestan a sacarme de esta soledad? Además eso; llevo toda mi vida solo, buscando ese aislamiento y sacándole provecho, pero es ahora cuando la soledad se me presenta hostil. ¿No será que ha ocurrido algo grave? ¿Tanto de mi se ha quedado ella? ¡Pues que me lo devuelva!
          Estudiar se me hace imposible, y sin embargo mi expediente académico está limpio de suspensos. ¿Suerte? Intento concentrarme en todo lo que hago, pero no le veo sentido; quizás es que no deseo seguir más tiempo con esta farsa.
           Hoy me han vuelto a repetir su nombre, cada vez que lo escucho me atraviesa de lado a lado para luego perderse más allá de donde puede llegar mi sensibilidad. Se ha convertido en un dolor instantáneo, intenso, que aparece cuando menos te lo esperas; pero nada más.
           Y yo estoy aquí, desencantado de todo cuanto me rodea, harto de fingir que ya no me importa nada de lo que pasó. Echo de menos algo, algo que en realidad no me ha abandonado: la inconsciencia.

... antes de escupirte mis palabras

Antes de quedar en ridículo el primer día en la facultad,
y agotar mi paciencia con el anticuado sistema,
antes de pisotear la mentira, que es la verdad de esta ciudad,
y esperar una cura de bondad seguirá siendo mi lema.
Antes de que hinques los codos en la mesa del salón,
esfuerzo inútil si no haces pleno uso de razón,
antes de aburrirte con las dudas que nunca tienen solución,
ejercicio vacio para el que todavía le quede corazón.
Antes de enseñarte, pues aprender solo será perder el tiempo,
¡tus preguntas yo me las paso por los huevos!,
antes de timarte al preguntar si acaso te parece que miento,
no escuches nunca los consejos de los feos.
Antes de malgastar tinta en folios que engordarán mi papelera,
minúsculos rios de locura son todas mis palabras,
antes de describir con metáforas a una chica que ya no me espera,
¡qué se marche, pues no habrá quien la retenga!
Antes de que te cortes las venas por ignorar cual es el daño,
antes de sellar la postal para la muerte el día de su cumpleaños,
antes de contar que al toro se le coje por el rabo, no por los cuernos,
antes incluso de terminar la última línea en esta hoja de cuaderno.
Quiero avisarte, prevenirte, de que yo jamás seré poeta,
explicar que no aspiro a sabio, ni citaré jamás en lenguas muertas,
igualarme, porque no nos parecemos, ¡esque somos similares!,
pidiendo que perdones mis malas intenciones y expresiones singulares.
Solo deseo que tengas en cuenta esto si esperas leer belleza en estas páginas,
¡antes de que me tomes por un memo, antes de escupirte mis palabras!

 
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